El viernes pasado salí de casa sin desayunar. Algo totalmente excepcional en mí, que antes de mi café con leche no soy persona. Pero ese dìa se me hizo tarde, y caminé casi corriendo, por la Peatonal Sarandí, hasta llegar a Más Puro Verso. Subí las escaleras apurada (unas escaleras elegantes, de mármol, que tienen en el rellano un vitral maravilloso que pueden ver en el fondo de esta foto), y me instalé en primera fila, a escuchar a Juan Villoro.
En el momento en que me depositaron delante el cortado con un par de medialunas, me dije que no podía pedir más. En ese sitio desde donde se ve el mural de Torres García y el Solís a lo lejos, escuchar a un escritor como Villoro, en una charla casi intimista con Emiliano Cotelo, Carlos Maggi y Gonzalo Sobral, fue una de las mejores formas posibles de empezar el día.
Admiro a Villoro desde hace varios años. Cuando vivía en Madrid, era gracias a sus entrevistas publicadas en El País, con comentarios más que interesantes sobre la realidad mexicana.
Habló de su pasión por el fútbol, su manera «caótica» de escribir, la realidad de las elecciones en su país, algunos de sus libros y su visión de Onetti. Esto fue muy emotivo, porque Maggi comentó que en su opinión, él es quien ha interpretado al escritor uruguayo de forma más acertada, y eso emocionó mucho a Villoro, sobre todo viniendo de parte de quien era su gran amigo.
Un regalo para una mañana distinta…
hola